jueves, 5 de mayo de 2011

Protagonista

Era un día más en el calendario, un día de los que se tachan sólo cuando pasan, de esos que nadie espera con ilusión ni recuerda más tarde. Eso fue lo que una vez me dijiste sobre el día de tu nacimiento y yo lo escuché sin responder.
Un año antes de esa conversación, una asistenta social me decía que en mi vida yo estaba en primer, en segundo y en tercer lugar. La escuché y sentía que había una gran verdad oculta en esas palabras, pero yo estaba muy lejos de mi realidad para poder o querer hacer algo.
Ha pasado el tiempo y hace poco me di cuenta de que era el ser más importante de mi vida. Nadie podía reclamármela, exigir su sacrificio por un bien mayor porque no lo había, ni siquiera la vida de un niño o el bienestar de toda una comunidad.

El otro día se casaron unos príncipes y la comentarista dijo "los protagonistas del día" y me sonreí. Allí, en la cola para hacerme del DNI, con frío por la corriente y las horas de espera, alguien tuvo el detalle de devolverme a mí misma.
Me dije "soy la protagonista de todos mis días, gracias por recordármelo" bajé la cabeza, entrecerré los ojos y junté mis manos tratando de concentrarme para que el frío no me devorara.

Ésta es mi forma de celebrar que un 29 de abril naciste tauro perdida; mi forma de decirte que tengo marcado el 29 en mi agenda; que días antes ya lo sabía y que aún recuerdo que el viernes fue tu cumpleaños.

Ahora vuelvo a mis cosas, al huerto, los cuentos y la manzana que llevo en la mochila.

Las Palmas, 5 de mayo 2011

miércoles, 2 de marzo de 2011

Memories*

Caminaba por la calle cuando me la encontré de frente.

Era una mujer entrada en los ochenta, aseada y perfectamente maquillada que caminaba insegura a pesar del bastón.

Me acerqué para saludarla y cuando lo hice, me di cuenta de que no me recordaba. En realidad, no recordaba nada.

Me sentí incómoda, como si me hubiera equivocado, parando a una desconocida. Le di explicaciones de cómo y cuándo nos conocimos, le hablé de mi infancia y su madurez, pero los datos resbalaban por sus ojos. Le di dos besos apurados y seguí calle arriba.

La tristeza llegó como un golpe de calor, sentí que nuestros recuerdos habían sido devorados por su enfermedad, como si no me hubiera quedado nada.

La necesitaba, necesitaba que ella recordara que cuando era niña me amaba y que sorprendida y agradecida, yo la amaba.

Ella me acompañó cuando necesitaba que alguien me cogiera de la mano y me insuflara la energía precisa para cualquier viaje. Así que se agachó, se acercó a mi oído y dijo “te amo” y después soltó mi mano, confiada de que encontrara mi propia senda.

A veces me ocurre que encuentro la respuesta correcta cuando nadie pregunta, cuando ya no importa.

Me veo otra vez en aquella calle, ella se acerca caminando despacio, con sus labios rojos y el pelo de un rubio deslumbrante. “Está igual que siempre” me digo “salvo por el bastón”.

La saludo y no sabe quién soy. La mujer que la acompaña me hace gestos silenciosos negando con la cabeza y enseguida entiendo que no me recuerda.

Me acerco con delicadeza a su oído y después de besar su mejilla le digo “te amo”. Suelto su mano y sigo calle arriba, sin mirar atrás, porque confío en que su alma encontrará el camino de vuelta a casa.

Las Palmas, 2 de marzo de 2011


* Título extractado de la banda sonora original de la película "Tal como éramos".

miércoles, 16 de febrero de 2011

El Espíritu De La Navidad

Con el transcurrir de los años he notado que muchas cosas se han repetido cíclicamente en mi vida: el paso de las estaciones; algunos errores; encontrarme con ciertas personas; incluso los días, con sus soles, nubes y atardeceres.

Sé que comentar esto es una obviedad pero lo digo porque durante las navidades ocurrieron dos cosas curiosas: estuve con una amiga que tiene tres hijos y me decía que a ella le gustaban las fiestas, que se emocionaba con ellas y otra amiga organizó un taller llamado “Espíritu de la Navidad”.

Picada en mi curiosidad miré la explicación del taller y vi lo siguiente “Desde el centro de nuestro Sistema Solar… conéctate con esa maravillosa energía.”

Sentada enfrente del ordenador me tronché de risa sorprendida de la ocurrencia.

Muchas veces me río, pero cuando me sale la carcajada me siento tan bien, que me vuelvo más consciente de mí misma. Y fue precisamente eso lo que ocurrió.

No recuerdo si fue un drama concreto o sencillamente el devenir del tiempo, pero me di cuenta de que las fiestas dejaban en mí una sensación sorda y vacía, como si la Navidad debiese aportarme algún tipo de alegría que nunca llegaba.

Conozco el camino porque lo he usado para sanar otros espacios de mi vida. Así, igual que una vez descubrí que había flores y que eran hermosas, usaré la creatividad para conectarme con mis ojos inocentes y curiosos; con mi andar ligero y tranquilo y con mi risa alegre que explota en lo absurdo y hunde sus raíces en la realidad.

Con esta promesa recojo hoy mi corazón: encontrar el Espíritu de la Navidad. Me quedan unos meses para practicar, ¿no es genial?

Las Palmas, 16 de febrero de 2011