viernes, 12 de noviembre de 2010

Me Miro, Te Encuentro*

Detrás del rumor del tráfico,

del alboroto de las aves y

del aplauso de nuestros pasos,

late el corazón del mundo.

Mi corazón, tu corazón.


Las Palmas 12 de Noviembre 2010
* Inspirado por E. C.

martes, 9 de noviembre de 2010

Qué Me Queda
Qué me queda en la boca,
cuando los sabores se van.
Qué me queda al abrir la mano
y soltar la arena.
Tal vez se trate de eso
de sentir y después soltar.
Sólo eso. Todo eso.
Las Palmas, 9 de noviembre 2010

martes, 2 de noviembre de 2010

Mi Hoja En Blanco

Enfrentarse a una hoja en blanco es uno de los miedos que encara el escritor. Pero para mí es mucho más.
Mi hoja en blanco me habla de la vida, de un guión vital aún por escribir, de la posibilidad de permitirme desear y de paso, crear lo deseado.
Llevo mucho tiempo hablando de sueños, de intuición, del propio camino frente a las autopistas que me mostraban otros. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que sólo eran palabras. Hermosas palabras capaces de mantenerse en una conversación tranquila.
- He escrito en revistas, un guión- aseguraba-, muchos cuentos y varios blog. Incluso una vez gané un premio- esto último redondeaba la explicación, como si alguien hubiera certificado mi talento.
Hace años me presenté en París ante un anciano en un café. Frente a los arcanos mayores del tarot, le expliqué que podía hacer varias cosas bien, pero cuando trataba de ganarme la vida con ello, me bloqueaba.
Lo curioso es que después olvidé esta parte de la conversación, realicé la receta psicomágica y seguí con la vida que había dejado para ir a París.
Antes lo que más me gustaba de escribir era la sensación de poder, la capacidad ilimitada de inventar. Después descubrí que sólo había asomado el morro en otras realidades, en mundos que coexisten con esta realidad y mi borrachera de poder acabó bruscamente.
Así que hoy, cuando he hablado con una amiga le he dicho:
- Voy a escribir un libro de cuentos pero no sé de qué va - casi me echo a reír por mi escasa planificación.
Pero tengo un plan: sé que todo lo que existe tiene voz propia, incluso aquellos objetos que han sido manipulados por el hombre. Los aborígenes australianos dicen que todo canta, que cada ser tiene su canción.
Así que me sentaré, igual que me siento ahora y observaré a los seres que me rodean esperando oír su voz, ése es mi plan.
Llevo casi una semana aterrada, tumbada en la cama, mirando la oscuridad sin verla y hoy ya no siento miedo. Uf, qué mentira, mi estómago acaba de retorcerse, ácido y pesado.
Respiro, sólo respiro.

Las Palmas, 2 de noviembre de 2010

jueves, 23 de septiembre de 2010

Hermanos De Corazón

Y tiene seis años, el pelo lleno de preguntas y la mirada triste. El otro día, cuando íbamos a la fuente a por agua, me dijo que quería que fuera su hermana.
- Tienes que ponerte los mismos apellidos que tengo yo- me explicaba.
- Ya, pero es que si me cambio los apellidos, mis cuatro hermanos se pondrán tristes- objeté mientras pensaba que sería bonito tener un nuevo hermano, engañando una vez más a la genética.
Cuando era niña, todos los veranos coincidía en la playa con un matrimonio de abuelos que además de querer a sus nietos, encontraron tiempo y cariño para dedicármelo.
Hablábamos, jugábamos, nos bañábamos juntos y con la llegada del otoño nos separábamos, porque vivían en otra ciudad.
El tiempo se llevó los veranos que duraban tres meses, la niña que fui y un día, paseando por Bilbao me encontré con una de sus nietas.
- El abuelo Abilio está enfermo- dijo- apenas puede moverse.
Movida por el recuerdo que tenía de él, le busqué y en aquellos meses que precedieron a su muerte, me enseñó que el amor es abundante y acogedor.
Cuando le confesé que escribía, soltó una exclamación de alegría y yo, aún avergonzada de mi confesión, le pregunté:
- Pero abuelo, si no sabes si escribo bien o no, ¿por qué te pones tan contento?- a lo que respondió.
- Ada, me gustan tus cosas porque son tuyas- aunque no lo entendí, años después encontraría la explicación en un libro "el amor no tiene nada que ver con los méritos"*.
El día que murió mi padre nació uno de sus nietos y cuando volvimos a encontrarnos, le cogí de la mano y consoló mis lágrimas con su silencio.
Y aceptó que conservara mis apellidos y como soy demasiado cobarde para arañarme la mano con un puñal al modo indio, me escupí en la mano y le dije que hiciera lo mismo.
Creía que el apretón de manos había sellado nuestra hermandad, pero entonces vi cómo Y se chupaba la mano aún húmeda de baba.
Un grito ahogado resonó en mi mente y con el aplomo de la viajera que soy ("donde fueres, haz lo que vieres"), lamí tranquilamente la palma de mi mano.
Cuando levanté la vista, cogí la mano de mi hermano y bajamos el sendero que conducía a la fuente.

Las Palmas, 23 de septiembre de 2010



* Cita del libro "Mi Hermana del Alma" de C.B. Divakaruni.






jueves, 19 de agosto de 2010

Sobre Los Deseos

Hacía años que sabía que mi vida no tenía ninguna dirección. No es que no lo supiera antes, sino que no lo había enfrentado.
Hacía las cosas porque podía o porque se me daban bien y una fina línea separaba mi trabajo de lo que me gustaba hacer.
Cada vez que alguien me preguntaba a qué me dedicaba, la respuesta “lo que surja” iba perdiendo fuerza. Así que poco a poco fui haciendo mía la idea de disfrutar con mi trabajo, encontrando algo que alimentara mi alma y me hiciera sentir alegre.
Una vez leí la historia de un médico oriental* que vivía en Nueva York. Alguien fue a su consulta para tratarse unos sudores nocturnos. Después de oír los diferentes episodios, el galeno preguntó:
- ¿Cuál es su finalidad en la vida?
- No lo sé- respondió el paciente.
- No puedo curarle si no sabe cuál es su finalidad.
Esta historia quedó en mi memoria, absurda e imprecisa, hasta que oí la siguiente conclusión a una amiga:
- Cómo me van a salir bien las cosas, si no sé lo que quiero hacer con mi vida.
Un fogonazo iluminó mi interior: sin un objetivo vital mi energía se dispersaba, se entretenía y no se dirigía a ningún sitio en concreto.
Por eso empecé a preguntarme “¿cuál es mi destino?” y un silencio interior me invadía.
Un amigo trató de ayudarme “medita y te vendrá la respuesta”. Pero la respuesta, traspapelada en algún lugar entre mi alma y mi mente, no llegaba.
Fue en una conversación con su compañera de vida sobre cómo había sido el alumbramiento de su hija cuando me llegó. “¡Eso es lo que yo quiero, ser partera!”.
Así de fácil, extraño y mágico, porque se parecía mucho a la forma de hablar que usaba cuando era niña y llegaban las navidades: me paraba en los escaparates de las jugueterías y susurrando “me lo pido” señalaba posibles regalos de reyes.
Estoy aprendiendo a pedir con inocencia y bondad esas cosas que me alegran el corazón y ¿sabéis?, la vida me las va dando.
Las Palmas, 19 de agosto de 2010


* Historia extractada de la autobiografía de Alejandro Jodorowsky.

“Cuando sepas lo que quieres, la vida te lo va a dar” Belén increpando a Ada en una charla, febrero de 2009.

domingo, 8 de agosto de 2010

Mi Mundo

Vivo en un mundo donde las personas no se conocen, sino que se reconocen.

Donde viajar a un sitio no es descubrirlo, sino recordarlo.

Donde lo importante es ser, no aprender.

Donde la tierra se comparte porque no pertenece a nadie.

Donde aparece la escucha activa mientras las opiniones se disuelven.

Donde los niños son maestros intuitivos y los adultos se esfuerzan por conservar su corazón de niño.

Donde el valor esencial eres tú mismo y compartirte el mejor de los regalos.

Donde los aciertos se construyen a partir de un enjambre de errores.

Donde la felicidad respira en nosotros y no puede sernos entregada.

Os lo cuento porque éste es mi mundo y porque amo mi vida.

Las Palmas, 06 de agosto de 2010

viernes, 2 de julio de 2010

Se Te Concede

FE DE ERRORES: El poema me llegó a través de un amigo por internet y aunque está atribuido a Pablo Neruda, es de un autor vivo, Alfredo Cuervo Barredo. 
Os dejo el enlace a su blog y además el acceso al poema completo para vuestro disfrute:
http://centroycontorno.blogia.com/2007/040314-queda-prohibido.php
(advertiros de que acaba de publicar libro y se puede comprar en varios formatos desde la misma página).

Las Palmas 9 de agosto 2016

Me sucede muchas veces que l@s amig@s encuentran en las palabras de otr@s los ecos de sus pensamientos y emociones. Así que las recogen, las saborean y después las comparten conmigo.
Todo esto se traduce en correos electrónicos con presentaciones power point o transcripciones que se apelotonan en la bandeja de entrada. A veces ni siquiera los abro, desbordada por tanta información.
El otro día me llegó un poema de Pablo Neruda que transcribo aquí para vuestro disfrute y del modo en que lo he hecho mío.
Queda Prohibido
Queda prohibido llorar sin aprender…
Levantarte un día sin saber que hacer…
Tener miedo a tus recuerdos…
Queda prohibido no sonreír a los problemas…
No luchar por lo que quieres…
Abandonarlo todo por miedo…
No convertir en realidad tus sueños…
Queda prohibido no intentar comprender a las personas…
Pensar que sus vidas valen menos que la tuya…
No saber que cada uno tiene su camino y su dicha…
Queda prohibido no crear tu historia…
No tener un momento para la gente que te necesita…
No comprender que lo que la vida te da… también te lo quita...
Queda prohibido, no buscar la felicidad…
No vivir tu vida con una actitud positiva…
No pensar en que podemos ser mejores…
No sentir que sin ti, este mundo no sería igual…
Los dioses, satisfechos de su creación, dieron a los hombres sus mandamientos. Claro que todo esto sucedió mucho antes de que los hombres se apropiaran de la voz de los dioses:
Se te concede llorar para que expreses tu incomprensión
levantarte por la mañana sabiendo qué hacer con ella
amar tus recuerdos.
Se te concede sonreír a los problemas
atreverte a todo por amor
convertir en realidad tus sueños.
Se te concede comprender a las personas
saber que sus vidas valen lo mismo que la tuya
y que cada uno tiene su camino y su dicha.
Se te concede crear tu historia
tener un momento para la gente que te necesita
comprender que la vida da y también pide.
Se te concede encontrar tu felicidad
vivir tu vida con una actitud positiva
sabiendo que puedes ser tú mismo
y sentir que sin ti, tu mundo no sería igual.
Las Palmas, 2 de julio de 2010

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miércoles, 23 de junio de 2010

Ya No Busco Más

Trato de escribir desde el intento, quiero decir que no espero una respuesta o reacción: escribo porque necesito explicarme a mí misma ciertas cosas, dejando de usar a lo demás como pretexto para decirme lo que necesito oír.

Sin embargo, a veces ocurre que me dejáis un comentario o incluso un mensaje y la magia de la realidad se derrama en palabras.

L es una amiga de hace poco tiempo, alguien que apenas roza mi vida y con quien no suelo coincidir. Esta escasez no ha impedido que haya un vínculo profundo entre nosotras y que el otro día aún dolorida, me regalara parte de su autenticidad (ésa que guarda con tanto cuidado detrás de comentarios frívolos).

Por respeto a su privacidad, sólo añadiré que buscaba consuelo entre los mensajes del blog. Ésta es la respuesta que me he dado:

Un día descubrirás que no hay consuelo posible, sólo alivios pasajeros. Por eso los demás no pueden ayudarnos, por eso al final estamos sol@s con nosotr@s mism@s.

Primero intenté ser otra, cualquiera, no importaba quién y fue terrible descubrir que únicamente podía brillar siendo yo misma (a fuerza de negarme, tampoco esto sabía cómo hacerlo).

Después busqué las respuestas fuera de mí, lo que era, en realidad, otro desprecio, aunque más sutil.

Al fin un día empecé a darme las respuestas, lo que me dio la pista de que ya estaba.

Encontré en mi honestidad el amor hacia mí misma y como si un velo se levantara apareció el Otro. El Otro que era la vida expresándose en un espacio y tiempo distinto.

Pero había más.

Miré y descubrí a los seres que llaman inertes, tan antiguos como la tierra, y descuidadamente, levanté la vista y vi cómo las estrellas me hablaban y el tiempo desaparecía. Me vi moviéndome entre ellas pero el espacio ya no estaba.

Sobre mi respiración quedó mi cuerpo y sobre él, la sonrisa de quien ha comprendido.

Agradecida, Ada




Las Palmas, 23 de junio de 2010

miércoles, 16 de junio de 2010

Derrochando Conciencia

De vez en cuando caigo en la cuenta de los progresos que noto en mí misma: cómo hago por ser flexible, receptiva o paciente. Estas son palabras sencillas pero me suponen un esfuerzo y una rutina a la que no estoy acostumbrada.

A veces es peor, porque se trata de desaprender algo para cogerlo por otro sitio. Pongo un ejemplo: cuando era niña, mis hermanos y yo manteníamos nuestros cuartos arreglados porque mi madre nos lo mandaba.

Al morir, una de las cosas que se llevó fue la exigencia de pulcritud, así que me volví perezosa. Realmente ordenaba para contentarla y quedé presa de un hechizo que se rompería si ella volvía y recitaba las palabras mágicas “Ada, ordena tu cuarto”.

Cuando me di cuenta de esto, dejé de esperarla y aprendí que es hermoso tener la casa limpia, que me gusta ver superficies y que el orden me calma (cuando ordeno, me ordeno).

Bueno, decía que a veces noto cómo mis habilidades, a fuerza de usarlas, se amplían y la semana pasada pensé que estaba haciendo las cosas con bastante conciencia.

Esta autosatisfacción me duró poco porque la vida, que no desaprovecha una, vino a darme en los morros: perdí el móvil. Sólo podía estar en dos sitios: el salón de una amiga o el maletero de otra, pero cuando contacté con ellas, la respuesta fue negativa.

“Pues sí que ando bien” pensaba bastante escocida ya que sabía que con su pérdida bloqueaba la oportunidad de trabajar, mi agenda diaria y el contacto con los amigos. Una liada, vaya.

Recordé la historia del samurai que decidió presentarse ante un gran maestro porque se sentía preparado para le acogiera como discípulo. Entró en la casa, se presentó y después de explicar al maestro su proceso de aprendizaje hasta ese momento, escuchó una pregunta:

- ¿En qué lado de la puerta has dejado tu katana?- el samurai se levantó y sin decir nada se fue por donde había venido. Lo hizo porque no podía recordarlo y esa falta de atención le demostraba que aún no estaba preparado.

Lo mío fue más de andar por casa, sin testigos frente a los que avergonzarse. En la cocina, mientras digería mi orgullo, me vino un pensamiento “así estoy, derrochando conciencia” y empecé a reírme de mí misma.

Una hora después apareció el móvil (bien escondido en el maletero) pero no importaba porque ya había hecho mis deberes.

Las Palmas, 16 de junio de 2010

lunes, 7 de junio de 2010

Quién Dijo Miedo

Un@ de vosotr@s me escribe que tiene miedo, que duda de sí mism@. ¿Sabéis? Yo he vivido allí, en Miedo, un lugar que te devora y en el que eres incapaz de verte o sentirte y claro, si no te ves, ¿cómo vas a ver a los demás y poder acompañarles en sus vidas?
Además, vivir en Miedo implica sentir
tristeza, vacío y aislamiento, creo que es lo más cerca que he estado de la locura.
Intuitivamente la gente le da mucha importancia a reírse ya que cuandolo hacemos, podemos enfrentarnos a cualquier cosa. ¿Recordáis El Nombre de la Rosa, en donde se condenaba la risa porque alejaba al hombre del temor de Dios?
Hace unos meses estuve con una chica que se estaba muriendo. Ella lo sabía y me contaba que no quería morir, que nada le aseguraba que existiera algo más allá de la muerte. Yo pensaba “respétala, no puedes ayudarla, sólo escucha”, así que la escuché y después comenté lo curioso que sería su entierro. Empecé a describirlo con todo lujo de detalles y no me preguntéis cómo pero acabamos riéndonos a carcajadas compitiendo por tener el funeral más cuco.
Bueno, estos momentos explosivos son también pasajeros, pero hay una alegría tranquila que reconforta el corazón y se transmite con la misma facilidad que lo hace el polen en primavera.
Esta alegría viene a mi vida en momentos puntuales y convertirla en una constante requiere esfuerzo y honestidad. Hasta que eso ocurra, no me queda otra opción que aceptar mis miedos y afrontarlos, ampliando los límites que me dibujan.
Las Palmas, 11 junio del 2009

martes, 25 de mayo de 2010

Mensaje en una Botella

Últimamente me cuesta encontrar tiempo, lo que en realidad significa que no me estoy organizando bien. Hace veinte días que me trasladé a vivir a la finca Shejala, un lugar donde la calma y el trabajo son una rutina.
Esto hace que mi ritmo vital sea más pausado y pueda escuchar mis pensamientos. Antes eran pensamientos furtivos que dejaban un rastro programándome sin que me diera cuenta y ahora pasan, se quedan un poco y después se van. Así puedo observarlos y reconocer mi humanidad en ellos: pequeñas mezquindades, enfados o travesuras más o menos crueles. Además, por aquí pasa mucha gente y eso me permite practicar bajo la premisa de error-corrección, por lo que el reciclaje es diario.
También os diré que en ocasiones mi mundo se abre y la abundancia de la vegetación se extiende por mi realidad inundándola. Entonces todo es fácil y me siento parte de una melodía llena de árboles, tierra y aire.
Las Palmas, 25 de mayo de 2010

miércoles, 19 de mayo de 2010

Te Veo

El sol corona el cielo y se cuela entre las hojas de los castaños. Los mosquitos juegan en el jardín y detrás del canto de los pájaros, relincha un caballo.
Recuerdo aquella vez en que me contaste que tu profesor os había enseñado a ver el amarillo en la vegetación. Aquí hay mucho amarillo, hojas recién nacidas que se encienden, como si la luz se generara en las raíces. Son los árboles perennes los que conservan la seriedad del verde antiguo, ése que siente indiferencia ante la llegada del otoño.
Ayer vi la llamada perdida en el teléfono y hoy encuentro tu mensaje en la bandeja de mi correo. También te echo de menos, ¿sabes qué? el otro día me vi entrando en tu tienda y te daba una sorpresa. Llevaba el pelo largo (ahora apenas acaricia mis orejas) y ropas ligeras (como de verano).
Estoy empezando a acostumbrarme a creer en esas cosas que veo: no es que antes las viera y no las hiciera caso, es que ahora veo y ajusto mi realidad a ellas.
La primera percepción clara que recuerdo fue contigo: hacía tiempo que nos conocíamos del coro y yo buscaba tu compañía aun a sabiendas de que de alguna forma, te desconcertaba. Estos encuentros que teníamos eran concretos y musicales, ratos en los que hablábamos y que se circunscribían a los ensayos.
Aquel ensayo en la capilla románica se parecía a cualquier otro. El director tocaba el clavinova y los demás, formando un semicírculo cantábamos por cuerdas. Cuando cantasteis los tenores (un poderoso barítono cantando de tenor...), oí una voz en mi interior "seremos siempre amigos" y sentí una gran paz (una paz desconocida para mí en aquella época y que voy recuperando poco a poco).
Acostumbrada a morir de vez en cuando, no sé cuánto dura la eternidad y tal vez por eso tampoco pueda explicar el término siempre, pero agradezco a la vida conocerte, sentirte (últimamente te sentía algo triste) y saber que nuestros caminos corren distintos y cercanos.
Milton erickson, en sus sesiones de hipnosis, cuando trataba de que el paciente ahondara en su mente, usaba unas palabras que me gustan mucho "…y mi voz te acompañará".
Mi voz te acompaña, dulce hombre que me recuerda lo fácil que es amar.
19 de mayo de 2010 Las Palmas

lunes, 26 de abril de 2010

!Cómo Está el Servicio!*

Se precisa empleada del hogar, interna, zona Tafira.

Persona seria, responsable y preferiblemente con referencias.

Se ofrece contrato y Seguridad Social, llevar C.V. a la calle X,

preguntar por XX, Gran Canaria, 928...............

Llegué a una oficina sobria, con cierto toque de diseño y me encontré con el matrimonio: él, director general y ella, sus labores.
El primero en hablar fue el director general quien me expuso las condiciones del trabajo. Lo primero que saltó de la oferta fue el término contrato, porque la jornada laboral comenzaba a las siete de la mañana y acababa a las nueve de la noche (después descubrí que se extendía habitualmente hasta las diez). Además, como los sábados también trabajaba, salían un total de setenta y cinco horas semanales.
El tiempo lo dedicaría a limpiar la casa, atender a los niños después del colegio ayudándoles con los deberes, darles de cenar y meterlos en la cama.
Mi futura jefa me explicó que su actual interna les había destrozado prendas de armani en la secadora y estaban buscando a alguien con un poco de sentido común.
Por suerte para ellos, yo me lo había dejado en casa: necesitaba el trabajo y aunque la hora trabajada salía por tres euros, de tanto trabajar, al final de mes era una cantidad digna.
Cuando llegué a casa me di cuenta de que nunca había estado todo el día trabajando y tardaría muy poco en reventar (caer enferma o por las escaleras del dúplex desmayada), así que escribí una carta en la que gentilmente declinaba la oferta y se la llevé a la oficina.
Él no estaba y su secretaria me dijo que buscaban a alguien de confianza, que fuera lista y negociara. Dejé que la buena mujer me vendiera el mismo coche con diferente matrícula y al día siguiente llamé y negocié las condiciones: tres horas de descanso al mediodía y los sábados libres (el director general me regateó el desayuno de los niños del sábado y se lo di).
Empecé a trabajar y los niños, viciados por las numerosas mujeres que habían pasado por el empleo, se dedican a desobedecerme, sabiendo que sus padres no los castigarían.
Así que decidí civilizarlos usando recursos que nunca había necesitado en mis anteriores trabajos: mordiscos (culo y pecho principalmente), chuparles la nariz y pedorretas en la tripa, además de abundantes cosquillas (por todo el cuerpo, claro).
Al tercer día el pequeño dejó de repetir la frase “éste es el peor día de mi vida” y el mayor se acostumbró a despertar con una sonrisa en la boca (su juego favorito era el arrastre, que consistía en cogerle por los pies y arrastrarle por el suelo hasta la cocina para que hiciera los deberes o cenara).
El miércoles (llevaba trabajando apenas tres días) , mi jefa se presentó en casa diciendo que su antigua empleada filipina deseaba volver y que cómo lo hacíamos.
Tranquilamente le contesté que me diera un margen para encontrar un lugar en el que vivir y que me iría el viernes de la semana siguiente. Ella se mostró impaciente porque me marchase antes y le confirmé que el viernes de la semana siguiente.
Aquella semana y media no sólo me sirvió para encontrar un sitio donde dormir, sino que también me permitió aprender varios trucos de cocina (la señora era una excelente cocinera); estrechar lazos con los niños; descubrir que no sé planchar (soy experta en fabricar arrugas, es un don que tengo) y tener una curiosa conversación con mi futura exjefa:
Había comido y estaba ya en mis horas de descanso cuando me llamó desde la cocina y me preguntó quién iba a cocinar las lentejas. Le respondí que era mi rato libre y ella me preguntó si no me parecía “un poco mucho tres horas para descansar”. Con un sencillo “no” di la conversación por concluida y me subí al cuarto que compartía con la plancha.
Cuando bajé la señora de la casa estaba cocinando las lentejas y al parecer seguía rumiando nuestra escasa conversación porque sacó otra vez el tema.
Le aclaré que once horas de trabajo ya me parecían suficientes y ella contestó que no le parecía trabajo, trabajo, que para ella trabajar era estar estresada, corriendo de un lado a otro. La conversación siguió cordialmente hasta que tuve que ir a buscar a los niños al autobús.
Llegó el sábado por la mañana y después de darles el desayuno a los niños, recogí mis cosas para meterlas en el coche de la amiga que me había venido a buscar.
Entre risas mi ya exjefa me dio dos besos y me confesó “eres la chica más rara que he conocido” y mientras le contestaba “sí, ya lo sé” me metí en el coche con la seguridad de cerrar un ciclo.
Gracias a ella viví la experiencia de saber que si no me valoraba apropiadamente, me colocaba en una situación muy precaria a expensas del criterio de otros y que hay veces, que la miseria se viste de armani.

Las Palmas, 26 de Abril de 2010


* Título extractado de una película de dirigida por Antonio Ozores del año 1968.


miércoles, 21 de abril de 2010

Mi Niña Interior

Hace ya tiempo, en una conversación, alguien me dijo que dentro de mí había una parte infantil que se había quedado niña, sin evolucionar y que debía sanarla. Pensé que tenía razón, pero no le di la suficiente importancia y aquello quedó como muchas otras cosas en mi vida en alguna recóndita sección de mi cerebro llamada “Asuntos pendientes”.
Sin embargo, era tan importante, que la vida fue dándome señales: niña interior, lo llamaba, identificación y al final me di cuenta de que si quería hacer cambios reales en mí, debía convertirme en su madre y cuidar de ella.
Así que poco a poco en las meditaciones comencé a visualizarla: una niña de unos siete años, con el pelo corto que se llama Adita.
Al principio fue durísimo “qué clase de madre soy” me decía avergonzada “cualquier otra te haría mejor servicio” trataba de convencerla. Una y otra vez la dejaba sola, la ignoraba y deseaba que alguien viniera a salvarnos (a mí de ella y a ella de mí), pero no había nadie más. Llegó el día en que mi niña me dijo que me quería a mí y conmovida, sentí que era así.
Ahora, si le cuento un cuento a un niño, es porque antes se lo he contado a ella y lo mismo hago con las canciones. Procuro sacarla a dar paseos y cuando me siento enfadada la visualizo diciendo todo tipo de barbaridades.
A ella le gusta correr desnuda por la calle y me grita “¡mira mamá!” mientras se agarra a las copas de las palmeras balanceándose. Le encanta volar con dragones de la buena suerte (como Fuyu, el de “La Historia Interminable”) y tirarse pedos en las papeleras vacías (es por su alegre acústica).
Yo la abrazo, y le digo que es una princesa, que me encanta cómo huele su pelo y le soplo los párpados. Ella me abraza y cada día que pasa se siente más amada y segura de sí misma.


Las Palmas, 21 de abril 2010

Carta después de Osorio

Todo comenzó hace más de seis meses, cuando alguien del coro sugirió la finca de Osorio para reunirnos en un intensivo. “Hay lista de espera, debemos decidirlo ya para enviar la solicitud”, dijo, así que en aquel ensayo lo votamos.

En enero, cuando se acercaba la fecha, nos la cambiaron “qué pesados” pensé, “seis meses esperando y además te arriesgas a que las fechas bailen, espero que el sitio valga la pena”.

El día antes de ir hablaba con una amiga de los planes del fin de semana:

- Los amigos hablan maravillas del sitio, pero lo único que quiero es sobrevivir al fin de semana. Tengo cogidos los pulmones, estoy afónica y me canso con facilidad, realmente voy para oír el repertorio y anotar las indicaciones del director- expliqué desganada.

Cuando llegamos el sábado a la mañana, los que se habían adelantado (afortunados que disponían mejor de su tiempo y habían entrado el viernes a la tarde en la finca) nos indicaron dónde estaban las habitaciones, la cocina, el comedor y la sala de ensayo.

Dejamos las maletas, la comida y con las partituras bajo el brazo distribuimos las sillas formando un pequeño anfiteatro. El teclado improvisado sobre la mesa, cojines para las sillas, Román con partituras para los despistados, bombones y varios termos nos sirvieron para engañar el frío de la mañana.

Al poco rato de estar ensayando apareció un tirolés, bueno, al menos, a mí me lo pareció: vestido con un traje regional centroeuropeo, se quedó escuchando. Era uno de nuestros vecinos, un invitado más de la casa que venía con su grupo de gira.

A la hora de comer, respetamos la distribución de las mesas del comedor y almorzamos en pequeños grupos. La tarde se deslizó tranquila y los que escaparon al sueño cantaron con guitarras, subieron al roque o simplemente se quedaron charlando. Incluso hubo quien aprovechó la invitación de un grupo celta que traía sus bailes y canciones.

Además observamos un continuo goteo de corredores que atravesaban la finca. Una amiga dijo:

- Mirad qué cansados, algunos vienen desde el sur de la isla- comentaba apenada.

Sin embargo, yo veía su determinación y eso me admiraba “La gente se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va” había leído en algún sitio. Aquellas personas estaban donde querían estar, buscaban sus límites físicos y se arriesgaban. Sentadas en el sendero que subía al roque, los veíamos pasar y un silencio respetuoso pausaba nuestra charla hasta que sus pasos se perdían entre las rocas.

Después de la cena un coralista nos pidió que sirviéramos de conejillos de indias: estaba preparando un taller de risoterapia y a modo de prueba y también de regalo nos ofrecía que participáramos[1].

Cuando terminamos, muchos se recogieron en los cuartos y unos pocos fuimos a dar un paseo sin más compañía que la oscuridad.

-Hay un sitio cerca de aquí que se llama El Llano de la Brujas- dijeron, y yo, muerta de curiosidad, ignoré la voz de mi interior que me decía que necesitaba esas horas para descansar.

Me hablaron de los duendes que guardan la finca, de extrañas fotos en las que se ven con más facilidad y de que se divierten haciendo travesuras a los visitantes.

El fuego de la chimenea quemó nuestros pensamientos y cuando al filo de las cuatro de la madrugada, renuncié a las brasas a cambio de una sencilla manta, pensé que al día siguiente pagaría caro el exceso.

Había estado toda la semana durmiendo mal, tosiendo por las noches y respirando con mucha dificultad. En aquella habitación estábamos sólo un famoso roncador y yo “mis pulmones silban tanto que hoy soy roncadora. Por favor, que mis toses no le despierten” pedí y me dormí resignada.

Cuando me desperté oí que mi compañero de habitación roncaba generosamente y descubrí que mi respiración estaba limpia. También mi voz se había recuperado y cuando lo comenté en el desayuno me dijeron:

- Es el clima y claro, que este sitio es mágico- y con una sonrisa silenciosa concluyeron la explicación.

Después del ensayo de la mañana, mientras muchos preparaban la comida (había organizada una hermosa paella para todos), decidí escaparme al Llano de las Brujas para hacer una meditación.

A esas horas los visitantes comparten ese lugar pero pensé que encontraría un sitio tranquilo. Cuando llegué observé a los distintos grupos: amigos, familias, varios perros e incluso un pájaro carpintero que trabajaba desde lo alto.

Allí estaba.

Su tronco era inmenso, a pesar de que su altura era escasa. Pero había algo más: su interior se abría desde la base y cuando te sentabas dentro, podías ver sus pliegues vivos retorciéndose hacia el cielo.

Así que cerré los ojos y respiré profundo, agradecida.

Dimos buena cuenta de la paella formando una gran mesa y aplaudimos la maña de los cocineros. El resto de la tarde sirvió para que recogiéramos y los guardas, que habían estado asistiéndonos el fin de semana, nos ayudaron con las últimas indicaciones.

Cuando llegué a casa llamé a mi amiga y le conté todo:

-Hay algo especial allí, algo mágico- concluí sonriendo y pensé que toda la espera había valido la pena.

Las Palmas, 21 de abril de 2010



[1] Después de muchas risas, descubrimos que era buena escribiendo cartas y por eso me ha tocado escribir ésta.

lunes, 12 de abril de 2010

Un Pájaro sin cielo

Cuando no siento a mi dios interior,
soy un pájaro sin cielo.
Puedo caminar y alimentarme,

pero no puedo sentir la libertad
de mis alas
desplegándose al viento.

jueves, 21 de enero de 2010

Un Niño, Un Cuento

Al principio eran reflexiones en postales de cumpleaños, después vinieron las cartas y con naturalidad, aparecieron los cuentos. Llegó un momento en que esas sensaciones y pensamientos entrelazados trascendieron a sus destinatari@s y se convirtieron en un regalo para cualquiera que lo supiera desear.
Descubrí que cada persona leía un cuento distinto y aunque a veces me preguntaban por su significado, aprendí a callarme al ver que los relatos dejaban de pertenecerme y adquirían vida propia.
Así que cuando me preguntan, sólo explico que los protagonistas son amigos, seres que salen de sus personajes y tratan de ser reales. También mi actitud ha cambiado y ya no tengo miedo de que no gusten o de que se malinterpreten, escribo desde el corazón y eso basta.
Sin embargo, en ocasiones me ha llegado una reacción de escasez “a mí nadie me ha escrito un cuento” dicen y de repente veo ante mí adultos que son huérfanos de cuento, una curiosa especie de niño que puede aparecer en cualquier ecosistema familiar.
Sé que no puedo cambiar el mundo, que no puedo dar a tod@s es@s niñ@s sin cuento el amor de sus padres en forma de relato infantil y que cada uno habrá de encontrar el camino de vuelta a su tribu, pero también sé que puedo comenzar a hacerlo.
Del mismo modo que hice conmigo misma con “En Busca de la Felicidad”, me marco un objetivo: Un niño, un cuento. No obstante, cuando escribo sobre alguien me sumerjo en la intimidad de sus universos y para hacerlo libremente, antes, debo ser invitada.
Por eso, tú, sí tú, niñ@ sin cuento que estás leyendo esto, háblame de ti, cuéntame quiénes te criaron y con esas referencias te devolveré tu cuento, ése en el que encontrarás el más precioso de los tesoros.



Las Palmas, 21 de enero de 2010

(Quedan invitad@s a visitar la sección Los Cuentos de Ada)

sábado, 16 de enero de 2010

Para Crecer

Érase una vez una niña que se sentía triste y asustada y no sabía muy bien porqué. Los sucesos que habían provocado esos sentimientos estaban ocultos en su memoria y la tristeza y el miedo eran, en realidad, un simple eco.

El pasado enviaba mensajes cifrados que impedían a la niña crecer, así que decidió volver sobre sus pasos e ir recuperando los momentos que habían marcado su existencia: recordó su tierno cuerpo y sus pocos años, recuperó la soledad, el abandono, la violencia, la angustia y el horror que habían quedado anclados en su memoria.

Entonces pidió ayuda a la Madre Tierra. Entró en ella y cantó su canción. La Madre Tierra acogiéndola, vibró destilando su ser y lo perfumó. De este modo, la niña vio cómo el horizonte se ampliaba y por primera vez, no supo lo que iba a suceder.

Las Palmas, 16 de enero de 2010