Cuando no siento a mi dios interior,
soy un pájaro sin cielo. Puedo caminar y alimentarme,
pero no puedo sentir la libertad
de mis alas desplegándose al viento.
Provengo de una tribu que vivía en una isla. La tribu, por un motivo que ya recuerdo, tuvo que abandonarla y desde entonces, cada uno de nosotros viaja en el tiempo. Así que de vez en cuando, me encuentro con alguien con quien me es fácil hablar y también estar en silencio. Cuando esto ocurre le cuento mi historia y sonríe porque, verdad o leyenda, algo alegre y profundo nos une.
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